Veamos un ejemplo. Imaginemos que
usted ha comprado una vivienda cuyo precio fuera 300.000 € siéndole concedida
una hipoteca por el 100% del valor de compra, si no es más, puesto que las
entidades financieras, saltándose la normativa del Banco de España, que
recomienda no conceder un préstamo hipotecario más allá del 75% del valor de
compra del piso, llegándose ha realizar reunificaciones de deudas en prestamos de hasta un 200% del precio del
valor del bien inmueble, en los que se incluía el coche, la lavadora y las
tarjetas de crédito donde se cargaban las escapadas a una playita en el Caribe.
Siguiendo con el supuesto de
hecho, en el que lo normal es que el ejecutado comprase la vivienda hace cinco
o seis años, cuando se vivía en pleno desarrollo de la burbuja especulativa,
producto de una liquidez ficticia generada por la facilidad en la concesión de
todo tipo de préstamos en el afán de las Entidades Financieras por amasar
dinero fácil, con el beneplácito del Gobierno, que estaba encantado con un
situación de prácticamente pleno empleo, que a su vez permitía la absorción de un gran
número de emigrantes trabajadores que llenaban las arcas del Mº de Hacienda y
de la Seguridad Social y fomentaba la construcción, tanto legal como ilegal, generando
una situación de bonanza económica, lo que produjo que la sociedad de bienestar alcanzase su clímax y
la clase media española el zenit del derroche.
Tras este inciso, volviendo al
ejemplo, la Entidad financiera, de nuestro moroso ejemplar, presenta una
demanda de ejecución de los 300.000 más intereses y costas que suponen para
este supuesto 90.000 € más. Si la subasta queda desierta, como suele suceder en
estos tiempos, el banco se adjudica la vivienda por 150.000 € por lo que el
ejecutado se queda sin casa y con una deuda pendiente de 240.000 € euros o lo
que es lo mismo, arruinado para toda su vida, puesto que la Entidad Financiera
atacará cualquier bien presente o futuro del moroso, de sus avalistas, esposa
en bienes gananciales y futuras generaciones de herederos forzosos. Lo cual no
impedirá que el banco, venda el piso por su valor de mercado es decir 300.000 €
y se quede con el dinero abonado durante los primeros cinco años, dado que
prácticamente en las hipotecas del sistema francés los primero años solamente
se paga intereses, es decir, hecha la cuenta a groso modo, unos 36.000 € de
intereses de abonados. En resumen, según este ejemplo, que no es de los peores,
sobre todo, como ya se ha mencionado, para los casos de refundiciones de deuda,
la Entidad Financiera se ha quedado con un piso cuyo valor es de 300.000 € más
36.000 € de intereses pagados con anterioridad y una deuda pendiente de 240.000
€ que tratará de cobrar a lo largo del tiempo, si es que esa persona levanta
cabeza, lo que hace un total de beneficio en la operación de 576.000 €.
Mientras que el ciudadano del ejemplo pierde 36.000 € cuotas pagadas, se queda
sin casa y además mantiene una deuda con la entidad de 240.000 €.
Silencio del gobierno y oposición
Sorprende que ni el Gobierno ni
los partidos de la oposición mayoritaria, mencionen este tema en sus agrios
debates políticos, desviando la atención de la realidad ciudadana con recortes
y medidas de austeridad, que restringen los beneficios sociales, restringen las
libertades y amplían la punición del Estado. Quizá porque el poder fáctico de
las Entidades Financieras, que les ayuda a mantener sus partidos y las campañas
electorales, aumentar el gasto público o financiar las obras públicas, son
demasiados poderosos para coartarles las alas, permitiéndoles un
enriquecimiento injusto y abusivo a costa de la ciudadanía. Da igual que un
millón de personas se hayan quedado sin hogar y arruinados para toda su vida, da
igual que tengamos cuatro millones de parados, puesto que les vamos a recortar
las prestaciones, da igual que las entidades financieras tengan falta de
liquidez puesto que les vamos a dar dinero, como da igual que sigan obteniendo
pingües beneficios mientras que la ciudadanía se debate entre la ruina y el
desasosiego. Pero aunque esta parte de la historia pueda parecernos la cara
oculta de esta agobiante e interminable crisis, puesto que hasta ahora poco o
nada se ha mencionado y hecho sobre este respecto, todo esto está empezando a
generar un murmullo sordo y constante en el ambiente, por lo que Nuestro
Gobierno debería empezar a plantearse modificaciones legales que den soluciones
a este tema, antes de que el ruido se extienda por las calles, producto de la
desesperación.
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