"Todo lo que me gusta es ilegal, inmoral o engorda"
Aquel día, glorioso día, en el que asistí a esa pequeña
fiesta entre amigos. Una exquisita cena, preparada por excelente gourmet que
haría palidecer de envidia al más refinado aristócrata, la compañía del hombre
de letras cuyas ocurrencias de afilada daga mantienen tanto al lector como al
oyente atento, en vilo y por supuesto, irritado; lo cual después de preguntarme
en varias ocasiones si eso era bueno o malo, he decidido (a modo personal por
supuesto) que es bueno; ya que lo considero uno de los antídotos contra el
conformismo, obligándote a usar la mente y a no perder el espíritu crítico.
La partida de póker dio entrada a la falta de prejuicios, la
demostración del espíritu de la libertad. Cuando a mí querido amigo debido a los infortunios de una mala partida
se quedó con su desnudez integral como única posesión demostrándonos en que
consiste realmente la dignidad, la libertad y la elegancia de saber estar.
Fue entonces cuando me di cuenta de cómo estaba cambiando la
sociedad, mis amigos, yo misma. No era el desnudo lo que yo veía sino su canto
a la libertad.
Ya no hablamos de libertad, los insumisos de ayer son los sumisos de hoy. Poco a poco hemos ido
viendo como aquellos “libertarios” iban asumiendo su papel de ciudadano medio
caracterizado por su conformismo social. No creo que sea casualidad que en el
Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, sea esa la definición de
“burgués” que por arte de birli-birloque casualmente también comparte la
definición con “vulgar”.
Cuando estamos inmersos en una rutina de silencios
acomodados, cambiando libertad por seguridad vienen a perturbarnos las hordas
de los insatisfechos ¿o eran insumisos? Me suena algo de indignados… sí, creo
que es eso.
No pretendo ser negativa pero creo que ya no queda nada con
qué comerciar ¿a cambio de qué van a comprar ahora los gobiernos, nuestros derechos más básicos como la
educación, la vivienda, la sanidad y la
jubilación digna?
Todo está preparado, las leyes son más restrictivas que hace
40 años y las migajas de libertad que puedan quedar son insignificantes.
Vendimos las libertades por la seguridad y poco importa cuando escucho cosas como “el banco de alimentos”. Siempre hay
alguien qué dice “ya lo sabía yo…”
Será que somos seres primarios que sólo nos movilizamos si
hay que competir por el reparto de los recursos.
(… y el gobierno felicita a la policía…)
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