No te doy, palabra,
el poder que me demandas,
no dejare mi fortaleza,
en manos de tu guadaña.
Mas me hieres con desdén
y el dolor no me acobarda,
con silencio pagaré,
mi fortaleza ganada.
Y saldada ya la deuda,
valor tendrá mi silencio
y tu,
palabra,
no serás nada.
Un homenaje que careciera de valor si no fuera por el valor que se le diera a la palabra.
ResponderEliminarY al final el silencio,
El más mortal de los venenos para aniquilar cualquier palabra.
Genial reflexión con un auténtico lujo como final.