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martes, 5 de abril de 2011

Dinero extra





 "La vida esta llena de pequeños detalles, un pequeño yate, una pequeña mansión…" Groucho Marx



Uno de los sueños más comunes del ser humano es levantarse un día y descubrir que aquellos dos euros perdidos en el fondo de un bolsillo se han convertido en 150 millones. Aunque lo mejor son las elucubraciones y las fantasías que genera tal sueño: grapar la corbata del jefe al escritorio a la vez que lo ahumamos con un cigarro traído del caribe, comprar una casa, un coche deportivo, viajar por el mundo y un largo etcétera de compras y deseos cumplidos a la vez que nos ofrece una salida de la mediocridad para auparnos entre lo elegidos por la fortuna.

Merced a tal ilusión han proliferado multitud de formas de alcanzar la grandeza del poder económico: la ONCE, la lotería nacional, la primitiva, la bonoloto, quinielas varias y el EUROMILLONque ofrecen por un módico precio, la posibilidad de hacerte millonario a la vez que te genera cierta dosis de emoción desde el momento que compras la participación hasta el instante en que compruebas que sigues siendo un pobre diablo. Por supuesto, los que salen beneficiados de todo esto son los estamentos públicos o  las asociaciones licitadas para la venta de cupones de sorteos dinerarios, que obtienen pingües beneficios con cada apuesta.


Correlación ilusoria


Obviamente, si nos parásemos a pensar con detenimiento, las posibilidades que tenemos de que nos toque un premio (menos de las que tenemos de que nos parta un rayo) y el desembolso anual que la compra de tal ilusión supone, la mayoría, entre las que me incluyo, pasaría de gastarse el dinero, para invertirlo en algo más sustancioso.

Pero como también de ilusión vive el hombre, analicemos la última novedad, aunque ya lleva funcionado siete años, y de premios más atractivos como es el Euromillón. Este sorteo se desarrolla en nueve países de la Comunidad Económica Europea y concede premios que pueden alcanzar los 150 millones de euros, claro que para eso, que suene la flauta por casualidad o que los burros vuelen, parece algo asequible.

El costo de la apuesta es de dos euros, sí esos que teníamos perdidos en el fondo del bolsillo del pantalón, debiendo elegir una combinación de cinco números de entre cincuenta; pero ahí no queda la cosa, deberás acertar también las dos estrellas, es decir, una combinación de dos números más entre el cero y el nueve. ¡Sencillo eh! Como curiosidad decir, que el último boleto ganador a recalado en Austria, por lo que seguro que a estar horas, tendremos un rico tirolés dando saltos de alegría por los escarpados Alpes, con sus pantalones cortos de tirantes y su acordeón.

Como no quiero que se me tache de ceniza, si consideras que la diosa fortuna te guarda un sitio en el Olimpo de los dioses, no te quedes con la duda de intentarlo, a veces las flautas suenan solas y los burros terminan por volar. Suerte.

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