"La ley de custodia compartida es la espada de la Damocles que pesa sobre las cabezas de los contendientes "
Muchas son las opiniones vertidas sobre los beneficios y perjuicios producidos por la custodia compartida. Desde algunos foros feministas se demoniza la nueva legislación que regula este sistema de custodia como una forma de neo-machismo que vulnera los derechos de la mujer. Otros en cambio, la consideran la forma más eficiente de sistema de custodia al favorecer el desarrollo de los menores tras la situación de ruptura de la pareja.
Sea como sea, poco o nada se tiene en cuenta el deseo de los menores, a los que se utiliza como moneda de cambio, se manipula y se presiona para que tomen partido por uno u otro progenitor. Y más, cuando durante los procedimientos de divorcio las parejas caen en manos de abogados/as que están más interesados en la defensa de sus propias teorías al respecto y de su propio prestigio profesional que del bien de sus clientes o de los menores implicados, agravando el conflicto, sin pudor alguno, o llevando el procedimiento a la esfera de lo criminal.
Las leyes de custodia compartida deben servir para garantizar exclusivamente el bienestar de los menores a los que se priva del orden familiar y, además, de acicate para que los progenitores descarriados, bien asesorados por sus letrados, intenten encontrar una vía de acuerdo que facilite la traumática situación que han creado a sus hijos. La ley de custodia compartida es la espada de la Damocles que pesa sobre las cabezas de los contendientes en los procedimientos de divorcio o separación para que ni el hombre ni la mujer partan con ventaja y, por ende, pretendan llevarse por delante a la otra parte sin ningún escrúpulo y sin atender a las verdaderas necesidades de sus hijos. Debemos concluir, que el procedimiento de divorcio no es el medio para vengarse de rencillas pasadas ni el momento para demostrarle a tu ex pareja lo borde que puedes llegar a ser.
En mi modesta opinión de letrado, la única forma válida de satisfacer tanto a los padres como a sus hijos, tras un lamentable proceso de divorcio o separación, es la mediación para alcanzar un acuerdo entre ellos que garantice unas medidas, lo menos traumáticas posibles para los menores, y un plan de visitas o custodia compartida que no perjudique la necesidad de los niños de seguir percibiendo el afecto de sus padres.
Hablar de neo-machismo, neo-feminismo o de las naranjas de la China es tan perentorio y desvirtúa tanto el problema, que nos hace olvidar que un proceso de divorcio o separación puede generar traumas en los menores, de tal calibre, que modificará su personalidad para el resto de sus vidas.
Un consejo, si quieren divorciarse o separarse y tienen hijos, sean honestos y demuéstrenles que verdaderamente quieren a esos seres bajitos producto de su propio ser y divórciense con limpieza, con rapidez y sin manipulaciones. ¡Ah! Y busquen un abogado que les ayude a encontrar un acuerdo digno y no les lleve por el camino de la desesperación.
Claro que si les gusta el olor de la sangre, me pueden llamar a mí que soy muy hijo de puta.
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